domingo, 18 de diciembre de 2011

02. Unidad 02. Taller 09. La ciudad de al-Ándalus

TALLER 9. LA CIUDAD MUSULMANA
9.1. CARACTERÍSTICAS GENERALES.
Las ciudades eran el centro de la vida política, económica, religiosa y cultural. En ellas vivía gran parte de la población.
  • Una muralla con varias puertas, que se cerraban por la noche, rodeaba las ciudades islámicas medievales.
  • La parte más importante de la ciudad era la medina, donde estaban los edificios más destacados. Las calles de la medina eran estrechas e irregulares y formaban auténticos laberintos.
  • Alrededor de la medina se disponían los barrios residenciales y por último los barrios del arrabal, diferenciados por actividades gremiales, donde se situaban los talleres más ruidosos o malolientes, como es el caso de las curtidurías, donde se curtía el cuero.
  • El centro de la vida política era el alcázar, un recinto fortificado donde vivían la autoridad local y sus funcionarios.
  • La vida religiosa giraba en torno a la aljama o mezquita mayor, aunque había templos más pequeños distribuidos por la ciudad.
  • En cuanto a la vida social y económica, se desarrollaba alrededor del zoco o mercado.
  • Los comerciantes guardaban las mercancías en grandes almacenes, llamados alhóndigas, desde donde se distribuían a los comercios locales.
La población de las ciudades estaba formada por artesanos, comerciantes y un numeroso grupo de vendedores ambulantes, sirvientes y esclavos.

En algunas ocasiones los califas mandaron construir ciudades palacios a las afuera de Córdoba con el fin de tener un lugar más protegido que el centro de la medina. Así surgió Medina Azahara.
    Otros elementos de interés de la ciudad islámica son los baños y los jardines palaciegos.
    9.2. LA CASA MUSULMANA.
    La casa musulmana refleja el carácter íntimo de la vida familiar. Las prescripciones islámicas sobre la reclusión de las mujeres y el papel central de la familia hacen de la casa un espacio cerrado al exterior.
    Volcada hacia el interior, los muros, totalmente blancos, son sobrios y apenas tienen adornos. Sólo puertas y ventanas rompen la desnudez de la fachada y ofrecen alguna concesión ornamental.
    Si las ventanas están a ras de suelo, suelen ser pequeñas y están a bastante altura como para dificultar las miradas indiscretas.
    Las celosías de madera, que cubren ventanas y balcones, permiten ver la calle desde el interior, pero lo ocultan a las miradas indiscretas. Son también entradas de aire fresco.
    Buena parte de la vida familiar sucede en las terrazas, donde se ponen las ropas y los alimentos a secar o se recoge el agua de lluvia.
    Las casas de las familias más pudientes estaban organizadas en torno a un patio central, generalmente de forma rectangular. Si era posible, un pozo servía de fuente de agua fresca.
    A los cuatro lados del patio se abren arcadas, que dan acceso a las salas, alcobas o dependencias. Es este el espacio femenino, conocido como harim, espacio sagrado prohibido a los varones de fuera de la familia.
    Una habitación, la más espaciosa y mejor amueblada, sirve de lugar de reunión para los hombres. Es también la habitación más exterior, cercana a la entrada, pues así se dificulta el contacto de los visitantes con las mujeres de la casa. En ella, los hombres del vecindario toman una infusión mientras discuten sobre los más variados asuntos.

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